En el castillo tenebroso,
Tal cual un cuento de hadas en climax quejumbroso,
solía en la ventana la insaciable princesa soñar.
Resentida por la reja,
Que aspiró su corazón capturar.
Tal cual un cuento de hadas en climax quejumbroso,
solía en la ventana la insaciable princesa soñar.
Resentida por la reja,
Que aspiró su corazón capturar.
Fantaseaba entonces,
la desesperada princesa,
con la rebelión de su almohada,
con la desaparición de sus gritos,
con el vuelo imprevisto de las lágrimas,
con la ida del dragón.
con la desaparición de sus gritos,
con el vuelo imprevisto de las lágrimas,
con la ida del dragón.
El posesivo dragón que solo fuego escupía,
El dragón que supone su corazón robaría.
Si no hubiera, con valentía, el príncipe surgido.
A enfrentar al dragón y enamorar a la princesa.
Príncipe cuya mirada a las rejas derrite,
y el dragón se estremece cuando su bello discurso emite.
Y fue así, que lo que la joven princesa temía,
Inevitablemente sucedería,
Entregar su corazón aquél día,
al príncipe que con besos la encante.
Anhelando que el castillo antes tenebroso,
Ahora resguarde fanáticamente este amor tan hermoso.
Inevitablemente sucedería,
Entregar su corazón aquél día,
al príncipe que con besos la encante.
Anhelando que el castillo antes tenebroso,
Ahora resguarde fanáticamente este amor tan hermoso.