Desiertas son ciertas mentes que del dolor se esquivan.
Rojizos son aquellos labios, que en los míos residan.
Sin contar si de estos, las ilusiones se vierten.
Si de estos, los míos ya no quieran separarse.
¿Cuán amarga es la angustia que sin cesar abruma?
Ya ni la tristeza se puede detectar, puesto que la música todo lo puede soslayar.
El vuelo, que en tu sonrisa principia, parto en él, y me disipo.
No me juzguen por la realidad abandonar,
Si de ella ya nada puedo salvar.
Desiertas aquellas mentes, como la mía.
No por del dolor escapar, puesto que de él me alimento.
Desierta, porque todo quisiera olvidar.
Y en la música, y en la fantasía morar.
Rojizos son aquellos labios, que en los míos residan.
Sin contar si de estos, las ilusiones se vierten.
Si de estos, los míos ya no quieran separarse.
¿Cuán amarga es la angustia que sin cesar abruma?
Ya ni la tristeza se puede detectar, puesto que la música todo lo puede soslayar.
El vuelo, que en tu sonrisa principia, parto en él, y me disipo.
No me juzguen por la realidad abandonar,
Si de ella ya nada puedo salvar.
Desiertas aquellas mentes, como la mía.
No por del dolor escapar, puesto que de él me alimento.
Desierta, porque todo quisiera olvidar.
Y en la música, y en la fantasía morar.
1 comentario:
Herramientas para sobrevivir en un mundo que pareciera tiene como metar el exterminarnos:
los cuentos de Ribeyro
los cuadros de Picasso
las películas de Romero
escribir, caminar, no dejar de pensar
y, por supuesto, dejarnos llevar por la música... en eso tienes razón
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