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sábado, 11 de julio de 2009

Principessa


Tu copa sigue vacía, principessa.
¿Cómo la llenarás?
El libro sigue cerrado, recuerda.
Sus hojas, humedecidas con el aire de tu aliento.
Los versos ya no sirven, se dañaron.
En este desvarío, en esta escases de sentidos…
¿Cómo llenarías tu alma que tanto ha perdido?
Repara en las huellas de tu mejilla,
En tus labios destrozados por la angustia.
En tus manos, congeladas de temor.
Principessa, si no estuvieras en tu fantástico mundo…
¿Cómo llenarías esa copa?
Sin falta sonríes, sin falta lo niegas.
Nauseabundo olor a presagio,
De gritos forzosamente silenciados.
Sin falta lo lamentas, sin falta das tu último beso.
Sin embargo, tu copa sigue vacía, principessa.

2 comentarios:

Esteban dijo...

me encanta como logras expresar una sensación tan grande y tan profunda de vacío y de impotencia a través de imagenes que me resultan hermosas y a la vez angustiantes. el dolor de un vacío que no se va... tienes un poder increible sobre las palabras. no dejes de escribir.

Alfredo Villavicencio Vieira dijo...

Consejos como amigo: ¿Se me hace o este poema refiérese al mismo inconveniente del primero que leí? Acerca de aquel beso que no pudo darse, y que por eso la angustia habita en dicha persona. Una vez más, un "adiós" dicho con la intención de un "hasta luego" y no de un "hasta nunca", vale más que mil besos forzados. Asimismo, sé que no servirá, porque ambas cosas ocupan sus respectivos espacios, pero intenta llenar el vació de la copa, intenta abrir el libro y secar las hojas con tus amistades: las cuales estoy seguro al 100% nunca dejarán de darte aquella mano tan precisa en los momentos más preocupantes.

Consejos como lector: una vez más sorprendiendo con tu habilidad de sutilizar lo complejo. Sólo que ahora utilizaste un poema arrítmico, asilábico, no obstante supramagnífico, suprasentimental, supratentador. Adicionalmente, me gusta cómo relaciones los sentidos con el vacio, ya que si dejas de sentir, entras en un abismo que te consume. El problema es que no debes entrar en dicha discordia, puesto que existen tantas razones por las cuales debes vivir con una alegría extrema (amistades, familia, cariño ajeno, cariño propio, etc.) que un abismo infinto puede ser rellenado.