Era tanta lluvia, traté pero no logré detenerla.
Se cae a pedazos la torre en la que habito.
Los recuerdos son llevados por la corriente,
como el de en qué momento dejó de latir este corazón.
Al encuentro de este ánimo desertor,
escapé saltando la muralla.
Aun así, el rio de lluvia no descansa.
Mientras haya dolor,
mientras sigan deslizando lágrimas….
parecerá diluvio universal.
Aún siento aquel día en la desalmada ciudad.
En que un encantamiento azotó mi cuento,
Un escalofrío recorrió este corazón en ruinas.
El día en que descubrí entre la multitud tu dulce mirar,
Cuando el fuego, ahora como espectador,
me reveló un posible soñar.
Dice la leyenda que el amor de pareja es un juego infernal,
Un forzoso mal.
A quien le atribuyes mágicos e inmemorables instantes.
Eternas miradas andantes.
Quién sabe si siempre será así.
Lo único que sé es que
como si de arena movediza se tratara
dejé de controlar el sumergir.
Ahora un te quiero no es suficiente,
para poner en palabras mi sentir.
Te regalo este relato,
Como si de justicia tratara.
Pues para amarte no faltó más que instantes.
Inevitables lágrimas y miedos errantes.
No soy nueva en este juego loco de remate.
Aún así debo decirte,
Que solo por ti mi corazón de nuevo late.
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