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sábado, 25 de agosto de 2012

Alicia desde sus opuestos




Alicia corre buscando al conejo,
llora al perder su amigo en el camino viejo.
Encuentra el portal a su imaginario,
Ríe incesantemente,
 rima con el canario,
Mientras baila en el polo de su euforia,
Hasta que el llanto le innunda la memoria.
Y muere ya al fin el pez de la cordura.
Mientras el duende repite: no llores dulzura.
Alicia se confunde con su corazón ambivalente,
Se pregunta si eso certifica que está demente.
Al dejar el llanto atrás,
Se fue volando al mundo del quizás.



Vals de la muerte



Detente
 dice la lechuza
No queda nada por lo que aferrarse
Ni quien te diga porque no ahogarte.
Si no forjas tu armadura,
Te sentencio a tu propia suerte.
Es de noche y tú lo sabes.
En algún momento el amanecer cubrirá tu rostro.
¿Entonces dónde te esconderás?

Arte que arde.
Arde, quema, te predestina al laberinto.
Justificas tu alma en desvaríos.
Te acompaña la muerte...
Y te asfixia la vida.
Mientras cantas tu suerte.

¿Cómo te detendrás?
Si tu instinto es más que voraz.
Y Bailas el vals de la muerte.