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lunes, 8 de noviembre de 2010

Qué importa...


¿Qué importa cada segundo en el que dejé de verte?
Si has de sonreír ahora, ya nada más importa.
Cualquier dolor ahogado, cualquier recuerdo desesperado.
Será inútil, tan solo con dormir en tu pecho desnudo.

¿Y aquellos taciturnos días que siempre se avecinan?
Qué importa,
si la dulzura de tus labios me despierta a cada día.
Qué me importa,
Si por amor todo lo arriesgaría.
Es entonces completamente inevitable,
El compartir de aromas mañaneros y nocturnos,
De este miedo enraizado,
Al amor, al dolor olvidado.
Al obstinado deseo de vivir a tu lado.

¿Son las estrellas espectadoras del ímpetu de los amantes?
En un torbellino de ideas un tanto inusuales,
En constante dialéctica entre las sábanas,
En el humo, en la risa, en la copa de vino, en el roce eterno de nuestra piel,
En el amanecer de tus ojos… encontré mi ideal.

Es que te quiero amor,
Con la sangre que me mantiene viva,
con el dolor de los celos infundados,
con el fuego que en mi alma habita,
con la sonrisa de una quinceañera,
Con un cuerpo que de amar no se cansa.
Con la melancolía de los miles de versos que he escrito.
Con una cabeza que se aturde al tratar de razonar al amor.
Con los momentos de locura que no sé controlar,
Y los insólitos instantes que solo a ti he de otorgar.



Mi amor, solo a ti.

Entre Campos de Batalla


Entre campos de batalla,
Entre tomar San Pedro en la playa…

Las espinas contagiando a las rosas,
El mundo desencantado,
Es constantemente apartado,
de aquellas ideas hermosas.
Ellos dicen que así debe ser.
¿Por qué?
Porque así es.
En un sollozar de puras desilusiones.

Dicen que nuestra ilusión es ilusión,
Dicen que queremos sangre en la revolución.
El “progreso” no es más que un canto desolador,
Que pinta un vacío y alimenta la rendición.

Millones sin ropa qué vestir,
Sin palabra, sin cabaña,
Contrastando, existen aquellos que lo único que saben hacer es vestirse.
De poder. De engaño. De sangre.

Entre tomar San Pedro en la playa…
Entre campos de batalla...
En constante pie de lucha y sin voz aún poder gritar.
A cargar la banderola, y con el rostro, indignación expresar.
Corriendo, escapando,
Fascistas estorbando.

Aversión, dolor…
Arte y pasión.
Manifestación.
Pasión real, consecuente, hermosa.
Trayendo consigo la idea de aquella rosa.
De la fantasía a la realidad y viceversa.
Sin ausentarse,
puesto que el campo de batalla continúa.
Sin ausentarse, puesto que sin la fantasía…
¿Cómo confundir al fantasma de la cobardía?